¿Te suena esta vocecita interior?

«Un día se van a dar cuenta de que no tengo ni idea de lo que hago.» Si alguna vez has pensado algo así después de un logro profesional o personal… bienvenida al club del síndrome del impostor. La membresía no se elige, pero se puede trabajar para salir.

Pero… ¿qué es exactamente el síndrome del impostor?

Es esa sensación constante de no estar a la altura. Aunque te esfuerces, aunque logres cosas importantes, dentro de ti vive una vocecita que te dice que en realidad no eres tan buena, que todo ha sido cuestión de suerte o que estás engañando a todo el mundo.

Lo más curioso es que suele afectar justo a personas muy competentes y autoexigentes. O sea: tú, que te lo curras muchísimo, eres la que más dudas.

¿Por qué aparece esta sensación?

Aquí es donde se pone interesante (y útil). No te pasa porque seas insegura sin más. Te pasa porque has aprendido a mirar tus logros con lupa crítica. Algunas causas muy frecuentes:

  • El perfeccionismo: Si no es excelente, no vale. Así que todo lo que haces te parece “normalito” y nunca suficiente.
  • Compararte todo el rato: Especialidad de la casa en la era de LinkedIn e Instagram. Siempre hay alguien que parece saber más, tener más claro su propósito o haberlo conseguido antes.
  • No encajar en el molde: Si eres la única mujer en tu equipo, la más joven en una reunión, o vienes de un entorno distinto al de los demás, es más fácil sentir que “no deberías estar ahí”.

Todo esto te hace vivir con la sensación de que estás improvisando. Pero lo que haces no es impostar, es sobreadaptarte.

¿Por qué es un problema?

Porque te agota. Y no solo emocionalmente.

  • Te impide disfrutar de tus logros: no celebras, no reconoces tu camino, solo piensas en el siguiente reto para “probar que sí vales”.
  • Te genera ansiedad: esa vocecita es como una alarma que no se apaga.
  • Te frena: te autocensuras, no pides ascensos, no te postulas a cosas que podrías hacer perfectamente.

No es humildad, es inseguridad camuflada.

¿Y cómo se trabaja el síndrome del impostor?

Aquí van algunas herramientas reales (y sin frases vacías tipo “cree en ti”):

🧠 Revisa tus evidencias: haz una carpeta (física o digital) con pruebas de que lo haces bien. Correos de agradecimiento, resultados, proyectos que salieron bien… Cuando la mente dude, le enseñas los recibos.

💬 Habla de ello: parece una tontería, pero cuando dices en voz alta “me siento una farsante” y alguien te responde “yo también”, la vergüenza pierde poder. Y te das cuenta de que no estás sola.

💪 Haz las cosas aunque sientas miedo: no esperes a que desaparezca la inseguridad para actuar. Hazlo con miedo. Muchas veces, la seguridad viene después del paso, no antes.

🧘‍♀️ Y si puedes, haz terapia: porque no todos los consejos valen para todo el mundo. En consulta trabajamos esas creencias, el valor propio, y ayudamos a dejar de mirar la vida con el filtro de la duda constante.

En resumen

Si tienes síndrome del impostor, no estás rota ni eres una impostora de verdad.
Eres una persona que se exige mucho, que ha aprendido a desconfiar de sus capacidades… y que está a tiempo de empezar a verse con otros ojos.
El síndrome del impostor no se elimina con aplausos, sino con trabajo interno.

Y sí, eso también lo estás haciendo bien.

Si te ha gustado el post, compártelo en tus redes sociales.
Tags

No responses yet

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    TODAS MIS ENTRADAS