Cuando un amigo comparte una mala experiencia, muchas veces respondemos con un «sé lo que sientes» o «entiendo por lo que estás pasando». Incluso, añadimos una anécdota personal para demostrar nuestra comprensión. Pero lejos de ser un gran gesto de empatía, en realidad estamos desviando la atención hacia nosotros mismos.

Ciertos estudios, como el del sociólogo Charles Derber, etiquetan este comportamiento como un “narcisismo conversacional”, lo que se traduce en una necesidad de ser escuchados. Aunque sea bienintencionado, lo que consigue el inoportuno «sé lo que sientes» es cambiar el foco de atención hacia nosotros mismos, justo lo contrario a lo que necesitaba nuestro amigo. 

En estas situaciones lo que el otro espera de nosotros es que escuchemos, aunque no intervengamos en absoluto. Si vamos a hacerlo, es más útil preguntar e interesarse por lo que le pasa. Lo importante es que sienta que estamos ahí, atendiéndole a él. 

Cada individuo vive las experiencias de manera distinta. Suponer que alguien siente lo mismo que nosotros en una situación similar es un error. Si apenas comprendemos nuestras propias emociones en profundidad, ¿cómo podríamos conocer con exactitud lo que experimenta otra persona?

La empatía es una herramienta poderosa en la terapia, la psicología y la interacción social. Fomenta conexiones genuinas y ayuda a resolver conflictos promoviendo la comprensión mutua. Sin embargo, para que sea efectiva, debe aplicarse con conciencia.

La próxima vez que alguien te cuente un problema, en lugar de responder con un «sé cómo te sientes», prueba a escuchar, validar sus emociones y brindarle el espacio que necesita. Esa es la verdadera empatía.

Referencias: Celeste Headlee en TED

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